viernes, 5 de noviembre de 2010

Imperio Bizantino

 IMPERIO BIZANTINO


El Emperador Diclesiano, a finales del siglo III, instituyó el régimen de gobierno conocido como tretrarquia, consistente en la división del Imperio en dos partes, gobernadas por dos emperadores augustos, cada uno de los cuales llevaba asociado un “vice-emperador” y futuro heredero César. Tras la abdicación de Diocleciano el sistema perdió su vigencia y se abrió un período de guerras civiles que no concluyó hasta el año 324, cuando Contantino I ‘El Grande’ unificó ambas partes del Imperio.
Constantino reconstruyó la ciudad de Bizancio como nueva capital en 330. La llamó “Nueva Roma”, pero se la conoció popularmente como Constantinopla (’La Ciudad de Constantino’). La nueva administración tuvo su centro en la ciudad, que gozaba de una envidiable situación estratégica y estaba situada en el nudo de las más importantes rutas comerciales del Mediterráneo oriental.
Constantino fue también el primer Emperador en adoptar el cristianismo, religión que fue incrementando su influencia a lo largo del s. IV y terminó por ser proclamada por el emperador Teodosio I, a finales de dicha centuria, religión oficial del Imperio.
Entre los siglos VII y VIII, Bizancio experimentó una etapa oscura al igual que Occidente, entre otras cosas, a causa de:

• La pérdida de prestigio y control efectivo del poder central.
• Feudalización incipiente.
• Renovación de la guerra con los persas.
• Invasión musulmana: pierden los territorios más ricos: Egipto y Siria.

En los siglos siguientes la autoridad imperial volvió a reforzarse de la mano de un proceso de helenización, con una organización territorial más militarizada y fácilmente gestionable.
El período entre el 867 y 1056, se conoce como Renacimiento Macedónico, y Bizancio pasa a ser nuevamente una potencia mediterránea. Se impulsa la difusión del alfabeto cirílico (adaptación del griego para la fonética eslava), y la difusión del cristianismo ortodoxo.
En la segunda mitad del siglo XI, se presenciará sin embargo un nuevo desafío, representado por los turcos selyúcidas y la intervención del papado y los europeos occidentales en las Cruzadas, la actividad comercial de los mercaderes italianos y las polémicas teológicas del Cisma de Oriente y Occidente.

A continuacion un mapa conceptual:

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